Elpidio: «llevo una vida íntegra trabajando honradamente» -Por Heber Reyes-
Por Heber Reyes
Elpidio: «llevo una vida íntegra trabajando honradamente»
El domingo 29 de noviembre del año 2020 en horas de la mañana, tuve el honor de entrevistar en una de las calles del barrio Los Españoles en mi pueblo natal, Cotuí, a uno de los trabajadores informales más honesto, humilde, trabajador y serio de toda la comunidad cotuisana. Me refiero a: Elpidio Cornelio Morel. ¡El montoconchista del pueblo!
Con su sonrisa de amigo agradable, así lo vi llegar hasta donde yo estaba en su motor de dos gomas. De inmediato, se bajó de su motor y me saludó con un fuerte apretón de manos y un gran abrazo que me confirmó el cariño y el respeto que ambos nos tenemos.
Le pregunté: ¿Cómo estas, Elpidio?
Me respondió: ¡Bien, gracias a Dios!
Me dijo: Heber, ¿Cómo está tu familia?
Respondí: Ellos están bien gracias a Dios…vinimos ayer sábado para Cotuí a visitar la familia, y mas tarde regresamos a Santo Domingo.
Al momento lo abordé y le dije: Elpidio, quiero hacerte una entrevista si tú me lo permites. Porque, desde hace muchos años he seguido tu trayectoria y ejemplo de hombre honesto y trabajador de nuestro pueblo, y tú mereces ser considerado como uno de los cotuisanos honorables que yo conozco.
Continué diciéndole. Te has venido ganando el sustento de tu familia de arriba para abajo y recorriendo largas distancias como motoconchista, y creo que es tiempo de que tu pueblo te lo reconozca, porque eres un ejemplo de hombre humilde que dignificas a la clase trabajadora, pero además, porque eres un padre del cual tu familia y tu pueblo debemos de sentirnos orgullosos de ti.
¿Puedo saber más de ti? ¡Por supuesto! Me respondió.
Elpidio, muchas personas de nuestro pueblo a quienes tú le has servido por muchos años ofreciendo tu servicio de motoconcho, te conocen como, “Elpidio el motoconchista”.
¿Cuál es tu nombre y de quién es hijo Elpidio? Respondió: Lo primero que quiero, Heber es, darte las gracias por haberme elegido para esta entrevista.
Mi nombre es, Elpidio Cornelio Morel y soy hijo del señor Julio Cornelio y la señora Secundina Morel. Yo nací el día 7 de noviembre del año 1968, en la comunidad de Chacuey, ya que mis padres los dos fueron de ahí mismo. En mi familia, éramos nueve hermanos, pero ahora, sólo somos ocho, porque falleció una hermana mía hace ya un tiempo.
¿Cómo se llaman tus hermanos? Mis hermanos son: “Adolfo, Ofelia, Milagros, Tatica, Fabio, Elio y Muñeca”.
Actualmente, vivo en “Unión Libre” con quien hoy es mi esposa, Cecilia Torres García. Junto a ella llevo más de 31 años de unión. A ella la conocí en el paraje del Cruce de Magüaca, y con quien he procreado a cuatro hijos: “Robinson, Rosaura, Rodolfito y Ronaldo”.
Elpidio, hace mucho tiempo te conozco y fuiste un gran aliado en vida de mi mamá antes de ella morir, y es desde ahí que entra el cariño de nuestra familia hacia ti, precisamente por el trato que mi madre te dispensó, ya que ella te consideraba como a un hijo. Pero, así mismo veo cómo muchas personas te quieren y te valoran y te buscan, para que tú les haga sus diligencias personales.
¿Qué tiene Elpidio, que le cae tan bien a la gente? ¡Bueno! Mayormente es, porque con mi trabajo soy muy respetuoso, honesto y serio. Es por eso, que le doy gracias a todas las personas que siempre me han tratado y me han considerado como una persona seria.
¿Qué tiempo tú tienes ejerciendo el oficio del motoconcho? Yo tengo alrededor de 20 años.
¿A qué te dedicabas antes? Yo trabajé en una compañía que se llamaba “AGROMAN”, en el tramo de Cotuí a Cevicos, que se dedicaba a la construcción de carreteras.
¿Cuál era tu función? Trabajé como obrero y luego caí a trabajar como operador de rodillos, porque duré muchos años trabajando ahí, viendo como se operaban los rodillos y ellos me tuvieron mucha confianza hasta ponerme como operador.
¿Y con quién tú aprendiste a manejar un rodillo? Yo tenía un amigo que era rodillista y yo era su ayudante, y él siempre me decía: Toma, ve y muéveme el rodillo, pero, cuando me decía eso, yo tenía que mover el rodillo al lado de él. De ahí en adelante él me fue enseñando hasta que yo aprendí, en cinco años y pico que duré trabajando.
También, trabajé en una compañía que se llamó “Proteínas Nacional”, que era una compañía ubicada en Santo Domingo, pero que tenía una sucursal aquí en Cotuí, que era una granja de gallinas de producción de huevos. Allí, que yo recuerde, duré como unos 6 o 7 años.
Elpidio, ¿qué hiciste en tu niñez? En mi niñez, yo fui limpiabotas por un promedio de un año y pico.
¿Sabes algo, Heber? Me dijo: Yo, llevo una vida íntegra trabajando honradamente, sin tener que ponerle las manos a lo ajeno, o sea; a lo que no es mío, ¡yo no le pongo las mano!
Es digno de admiración, ver y escuchar a una persona, que sin tener un título universitario y no tener una formación académica que lo distinga y que lo represente ante una sociedad que te etiqueta por lo que tú eres, verlo defender a mucha honra, sus principios y valores con los cuales fue formado y que, al mismo tiempo, goza de la consideración y el afecto de un pueblo que valora su honestidad y honradez. En otras palabras, la vida ejemplar de Elpidio, debe poner a pensar a muchos que hoy ostentan títulos académicos, pero que, dentro de su ser, tienen un corazón vacío cargado de indolencias humanas.
Hablar con Elpidio, ¡es enriquecer el alma!
Retorné a la entrevista y le pregunté: Elpidio, ¿cómo fue tu hogar? Mi casa fue un hogar con necesidades como existen otras, pero con mucho amor. Yo recuerdo, que mi mamá nos llevaba a cortar café para un campo, y después que cortábamos el café, mi mamá se iba a venderlo y con los chelitos que traía era que nos preparaba los alimentos. ¡Es que la vida de nosotros siempre ha sido trabajar!
¿Tus padres están vivos? Mis padres fallecieron los dos hace mucho tiempo.
¿Qué recuerdas de tu padre? Lo recuerdo como un hombre muy agricultor, que se dedicaba a la siembra de arroz, cultivaba mucha yuca, mucha caña y también tenía sus propiedades de café y cacao.
¿Recuerdas alguna palabra que te haya dicho tu padre que te haya marcado en tu vida? Recuerdo que él nos decía a nosotros: “Mis hijos, ustedes ven todos los trabajos que yo paso para darles ese cuerpo a ustedes. Yo, no le he puesto las manos nunca a lo que no es mío, y eso es lo que yo espero de ustedes”.
También recuerdo, que mi papá un día me dio una pela, porque yo llevé un huevo a la casa, me interrogó y me preguntó, ¿de dónde tú has traído eso? Y yo, le hablé una mentira diciéndole que ese huevo me lo había regalado una persona, entonces, él me agarró de manos y me llevó a donde esa persona y resultó ser una mentira mía, y ahí mismo me agarró y me sonó. Cuando eso me sucedió, yo recuerdo que tenía unos 5 o 6 años.
Elpidio, me has hablado un poco de tu padre, pero, yo quiero que hablemos de tu madre, ¿qué tú recuerdas de tu mamá? Aquí, Elpidio, hizo un breve silencio y sus ojos le brillaron, y me dijo: Mi mamá era como mi padre, ella nos decía que no le pusiéramos las manos a las cosas ajenas. Mejor no la quiero recordar hablando de eso.
Cuando Elpidio me respondió de esa manera, inmediatamente entendí que le había tocado sus sentimientos más profundos al traerle devuelta los recuerdos de su amada e inolvidable madre, fue por eso que decidí cambiarle el tema, preguntándole cómo había conocido a su esposa.
Le pregunté: ¿Cómo conociste a Cecilia y que edad tú tenías cuando eso sucedió? Cuando la conocí, yo tenía como 18 años, y después de eso duramos como un año y medio de amores, hasta que decidimos irnos a vivir juntos.
¿Cómo describes a tu esposa? La describo como una mujer muy seria, honesta y trabajadora de su hogar. Que ha dado buenos ejemplos a nuestros hijos, mucha educación y nunca los ha abandonado, porque todo el tiempo, ella ha estado con ellos y ha mirado por sus hijos. Entre nosotros dos, no nos hemos descuidado nunca de nuestros hijos.
¿Amas a tu esposa? ¡La amo bastante!
¿Cómo describes a tus hijos? ¡Mis hijos son maravillosos! Son muy trabajadores… Gracias a Dios, no tengo que decir nada negativo de ellos. No tengo tormentos, porque por donde quiera que ellos se tiran, es mucho cariño con ellos.
Por un momento le reflexioné a Elpidio, diciéndole que en mi caso particular, yo respeto mucho el trabajo del motoconchista, porque por lo general, quienes ofrecen ese servicio de trabajo informal, son personas humildes de escasos recursos, que fruto de su trabajo tienen que salir día tras días a ganarse el sustento de su familia, pero, que al mismo tiempo, ellos hacen un trabajo laboral, en donde de manera eficaz, se desplazan por todos los barrios y sectores de los diferentes pueblos, sirviendo como un medio de transporte rápido, al que muchas personas utilizan para llegar hasta sus hogares o lugares de trabajo.
¿Qué dicen tus amigos y compañeros que también trabajan y se ganan la vida como motoconchista? Ellos, me dicen: ¡Ya tú no te paras en las esquinas, porque tus clientes son de llamadas! Sin embargo, yo les doy las gracias por eso que me dicen, porque eso me demuestra que ser íntegro y honesto ha valido la pena, para que esos clientes me tengan confianza.
En verdad, ellos sienten mucho respeto hacia mí, y yo les digo, que traten de mirarse en mi espejo, de cómo yo me he portado en esta labor y que traten de ser lo más honrados posible y que no le pongan las manos a lo ajeno.
De repente le recordé, lo mucho que valoro su trabajo de motoconchista, porque, cuando mi familia y yo vivíamos en Cotuí, nosotros preferimos el servicio de él, para que llevara a nuestros hijos al colegio. Y todo esto sucedió, por un intervalo de dos años. Porque la confianza que le teníamos en ese momento, no la encontramos en otras personas de otros medios de transporte de cuatro gomas. Es por eso; ¡que yo doy testimonio de tu seriedad, Elpidio!
Vale destacar que, Elpidio en ese momento, transportaba de ida y vuelta alrededor de diez niños a sus respectivos colegios, y todo esto, sin incluir la gran cantidad de personas a las cuales, él les llevaba sus comidas a los bancos y otras instituciones locales. Y como si todo esto fuera poco, Elpidio también hace algunas diligencias privadas y al mismo tiempo ofrece su servicio de motoconcho llevando a sus clientes. ¡Cuánto valor en una sola persona!
Te voy a decir algo más, Heber. A veces, yo tenía problemas al medio día con mi esposa, porque, al tener tantos compromisos a esa hora, yo tenía que cumplir con todos y luego era que yo llegaba a mi casa a comer, porque la hora se me había pasado y no me daba el tiempo para comer con mi familia. Y aunque mi esposa entendía la situación, ella lo que me decía era: ¡Tú te vas a morir en la calle por no comer a tiempo!
Le pregunté: ¿Qué mensaje le puedes dar tú a la juventud de este pueblo? “Que traten de ser lo más honrado posible, que hagan su trabajo con honestidad, que no inventen con lo ajeno y que caminen todo el tiempo por su derecha”.
Finalmente le pregunté: Elpidio, ¿crees en Dios? ¡Bastante!
¿Qué tanto crees en Dios? Bueno, lo primero que yo hago cuando me levanto, es encomendármele al Señor, antes de salir a la calle. Porque, él es el único que me va guiando.
¡Soy bendecido por obra del Señor!
Fin.