La infidelidad es una de las experiencias más dolorosas que puede atravesar una pareja. Rompe la confianza, sacude los cimientos del vínculo y deja un rastro de dudas. Si me quiere, ¿por qué me engañó? ¿Acaso no fui suficiente? Preguntas como estas resuenan una y otra vez en la mente de quien ha sido traicionado.
Y sin embargo, cuando los sexólogos escuchan las historias detrás de esas traiciones, descubren que las razones reales rara vez son tan simples como la falta de amor o un deseo incontrolable. La infidelidad suele hablar menos de la otra persona y más de lo que falta dentro de la relación.
La infidelidad es una de las experiencias más dolorosas que puede atravesar una pareja. Rompe la confianza, sacude los cimientos del vínculo y deja un rastro de dudas. Si me quiere, ¿por qué me engañó? ¿Acaso no fui suficiente? Preguntas como estas resuenan una y otra vez en la mente de quien ha sido traicionado.
Y sin embargo, cuando los sexólogos escuchan las historias detrás de esas traiciones, descubren que las razones reales rara vez son tan simples como la falta de amor o un deseo incontrolable. La infidelidad suele hablar menos de la otra persona y más de lo que falta dentro de la relación.
No siempre se trata de amor
Uno de los grandes mitos es pensar que alguien engaña porque ha dejado de amar a su pareja. Pero en muchos casos, el amor sigue existiendo. Hay cariño, hay cuidado, incluso una ternura genuina. Lo que se ha perdido no es necesariamente el amor, sino la conexión: esa chispa de sentirse visto, deseado y elegido.
La infidelidad no siempre reemplaza a una persona; reemplaza un vacío.
La necesidad de sentirse visto
Con el paso del tiempo, muchas relaciones se instalan en la rutina. Los primeros besos llenos de urgencia se vuelven gestos rápidos, los halagos desaparecen y el ritmo diario se impone sobre la pasión. Poco a poco, uno o ambos pueden empezar a sentirse invisibles.
No es el camino más sano, pero revela algo crucial: en el fondo, esa persona ya no se siente libre en su propia relación, y busca aire en otro lugar.
Evitar las conversaciones difíciles
La infidelidad también puede ser un escape de los problemas que resultan demasiado duros de afrontar. La distancia emocional, la falta de comunicación, la insatisfacción sexual —en lugar de hablarse— se entierran en silencio.
Ese silencio se vuelve insoportable, y entonces la persona busca fuera lo que no se atreve a pedir dentro. Como explica un terapeuta: a veces no es que el amante sea irresistible, es que el vacío en casa se ha vuelto intolerable.
La verdad más profunda
La verdadera razón por la que muchas personas engañan, según los sexólogos, no es simplemente egoísmo o crueldad. Es un intento —torpe y doloroso— de llenar necesidades que no están siendo cubiertas en la relación. Sentirse valorado, recuperar la pasión, respirar libertad o escapar de la soledad.
Nada de esto justifica la traición. El dolor que causa es real, y la confianza rota es difícil de reconstruir. Pero comprender estas razones nos ayuda a ver la infidelidad no solo como un acto de traición, sino también como el síntoma de heridas más profundas.
Reflexión final
La infidelidad nunca es la solución. No resuelve el vacío; lo agrava. Pero sí revela algo: que en el camino, la relación ha perdido algo esencial.
Nada de esto justifica la traición. El dolor que causa es real, y la confianza rota es difícil de reconstruir. Pero comprender estas razones nos ayuda a ver la infidelidad no solo como un acto de traición, sino también como el síntoma de heridas más profundas.
Reflexión final
La infidelidad nunca es la solución. No resuelve el vacío; lo agrava. Pero sí revela algo: que en el camino, la relación ha perdido algo esencial.
Las parejas que cultivan la cercanía a diario, que se escuchan sin juzgarse, que protegen tanto la pasión como la libertad, rara vez sienten la necesidad de buscar en otro lugar. Porque cuando nos sentimos vivos, vistos y seguros en nuestra relación, la idea de escapar pierde fuerza.
Al final, las personas no engañan solo para traicionar. Engañan cuando dejan de sentirse reconocidas, deseadas o libres donde están. El verdadero reto no es solo evitar la infidelidad, sino construir vínculos tan llenos de amor, respeto y conexión que ninguno sienta la necesidad de buscarlo fuera.








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